EL BOTAFUMEIRO
El Botafumeiro, o literalmente “echa humos”, es uno de los símbolos más populares de la Catedral de Santiago de Compostela. Una indicación de su importancia simbólica en España es el grabado del incensario compostelano en las monedas de 5 pesetas del año 1993.
Es un incensario de extraordinarias proporciones, cuyo uso constituye un espectáculo que desborda la curiosidad y admiración de propios y extraños. Se utiliza por motivos litúrgicos, del mismo modo que cualquier sacerdote utiliza un incensario en el altar.
Pesa 53 kilos vacío y mide 1’5 metros de altura y 66 centímetros de diámetro y se mueve desde la cúpula central de la catedral, desde dónde cuelga a 20 metros de altura por un sistema de poleas, hacia las naves laterales de la misma. La cuerda que lo sostiene está hecha de material sintético, mientras que la original era de cáñamo. Tiene 65 metros de largo y 5 centímetros de diámetro y pesa unos 90 kilos. Además, el Botafumeiro se llena con aproximadamente 40 kilos de carbón e incienso. Un grupo de 8 hombres, llamados tiraboleiros, lo empujan para ponerlo en movimiento y después tiran cada uno de un cabo de la cuerda para ir consiguiendo velocidad, hasta alcanzar los 68 km./h. Durante su desplazamiento por el crucero de la catedral, desde la puerta de la Azabachería a la puerta de las Platerías, llega a describir un arco de 82° tras 17 recorridos completos.
La primera referencia documental que existe del Botafumeiro es una anotación en el Códice Calixtino, en el que se le llama “Turibulum Magnum”.
Pero ese no era el Botafumeiro que cuelga de la catedral actualmente, ya que a lo largo de la historia ha habido varios ejemplares. Actualmente hay dos. El que está en uso de latón (no se sabe si fue por falta de presupuesto o para evitar que fuera robado de nuevo) obra del orfebre José Losada, que data de 1851 y que sustituyó al que robaron las tropas de Napoleón durante la Guerra de Independencia española. El otro es una réplica en plata del anterior que los Alféreces Provisionales regalaron en 1971 y que está guardado habitualmente en la Biblioteca Capitular.
El primero y original fue ofrendado por el Rey Luis XI de Francia al apóstol Santiago y estuvo en uso entre el año 1554 y 1809. Los franceses lo hicieron fundir para, con su plata, hacer monedas de la República Francesa.
Cuenta la leyenda que el Botafumeiro empezó a utilizarse para disimular el mal olor de los peregrinos cansados, sudorosos y desaseados que dormían en el triforio de la catedral. Sin embargo, las investigaciones han revelado que para ello había braserillos donde se quemaba incienso.
En realidad el incensario más grande del mundo simboliza la verdadera actitud del creyente: sus oraciones se alzarán hacia el corazón de Dios al igual que el humo del Botafumeiro sube hacia lo más alto de las naves de la basílica; y los peregrinos impregnarán del buen olor de Cristo la sociedad en la que viven de igual modo que el aroma del incienso perfuma todo el templo.
Las malas lenguas dicen que el gigantesco incensario se ha caído hasta 3 veces, siendo la primera vez en el siglo XV justo cuando un rey europeo visitaba la Catedral de Santiago.
Ver el Botafumeiro en funcionamiento es todo un espectáculo. El tiraboleiro mayor marca el ritmo y da el tirón inicial. A partir de entonces la mirada de todos los presentes queda irremediablemente prendida a su movimiento rítmico y el humo y el olor a incienso se esparcen por todo el templo.
El ritual, que lleva más de 800 años de tradición, se puede presenciar de manera fija 12 veces al año:
- La Epifanía del Señor: 6 de enero
- Domingo de Resurrección
- La Ascensión del Señor
- La Aparición del Apóstol-Clavijo: 23 de mayo
- Pentecostés
- Festividad de Santiago Apóstol: 25 de julio
- La Asunción de María: 15 de agosto
- Todos los Santos: 1 de noviembre
- Cristo Rey
- La Inmaculada Concepción: 8 de diciembre
- Navidad: 25 de diciembre
- Traslado de los Restos del Apóstol: 30 de diciembre.
También funciona con ocasión de peregrinaciones que lo hayan solicitado a la catedral. Para reservas puede hacerlo al mail: botafumeiro@catedraldesantiago.es.
LEYENDAS
Desde que existe el Camino de Santiago, los peregrinos han tenido la costumbre de contarse los unos a los otros sus propias experiencias, oraciones, leyendas… Éstas últimas casi siempre se apoyan en milagros realizados por el propio apóstol, la Virgen u otros santos.
Estas leyendas se divulgaban oralmente, casi siempre en reuniones nocturnas al pie de un buen brasero en los días fríos o bajo las estrellas cuando el buen tiempo lo permitía. Esto hace que de muchas de ellas se den diferentes versiones y que distintas localidades las reclamen como propias. Algunas de ellas, sin embargo, están recogidas en los diferentes códices de los monasterios.
De entre todas ellas, aquí os narramos las más populares.
FUENTE RENIEGA
La acción tiene lugar en el Alto del Perdón, a pocos kilómetros de Pamplona. Un peregrino llega a la cumbre agotado por la sed. El diablo, disfrazado de caminante, se ofrece a indicarle una fuente oculta, a condición de que reniegue de Dios, de la Virgen o de Santiago. Pero el peregrino mantiene su fe a toda costa, aun cuando se encuentra exhausto. Es entonces cuando se aparece Santiago vestido de peregrino, recoge al moribundo y le lleva a la escondida fuente, dándole de beber con su vieira.
POYO DE ROLDÁN
Por el Camino de Santiago, ya en La Rioja, pasado Navarrete y Tricio, se halla el Poyo de Roldán. Queda a la derecha de la carretera y se trata de una colina (poyo) que tiene su leyenda. En el castillo de Nájera vivía Ferragut, un gigante sirio descendiente de Goliat y más fuerte que él. Combatió y venció a los mejores guerreros de Carlomagno, excepto a Roldán, que un día desde el poyo divisó al gigante sentado a la puerta de su castillo. Roldán cogió una piedra redonda que pesaba dos arrobas y la tiró en dirección al gigante, al que dio en la frente, cayendo derribado. Desde entonces el cerro se llama Poyo de Roldán.
El gigante Ferragut y Roldán son dos personajes que están siempre presentes en leyendas y capiteles a lo largo de este tramo del Camino, desde Roncesvalles a Puente la Reina.
EL TXORI (EL PÁJARITO Y LA VIRGEN)
En Puente la Reina confluyen los dos Caminos que vienen desde los Pirineos: el de Somport y el de Roncesvalles.
En el Puente de los Peregrinos, aquel que fue mandado edificar por la reina doña Mayor, esposa de Sancho III el Mayor de Navarra, en un lugar de difícil acceso, había una imagen de la Virgen.
Se dice que en las fechas en que se celebraba algo importante para la propia ciudad o para el resto de Navarra llegaba un pajarillo que mojaba sus alitas en el río y con ellas lavaba la imagen y luego con el pico quitaba la restante porquería.
LA SANTA COMPAÑA
La Santa Compaña o Procesión de las Ánimas, que tiene lugar sobre todo en las Rías Baixas coruñesas, se debate entre el mito y la realidad, aterrando así a niños, caminantes y pastores durante la noche.
Una fila de encapuchados fantasmales, ataviados con ropajes de explorador, a lomos de caballos y acompañados por perros rastreadores, se aparece para avisar de una futura defunción.
Esta fila de almas va encabezada por una persona viva que lleva en sus manos lleva una cruz. A él le sigue una fila perfecta de encapuchados, acompañada por cánticos y rezos, que portan una vela y una pequeña campanilla. A su paso levantan una densa niebla, viento y, por supuesto, olor a cera. Cuenta la leyenda que el mortal que encabeza la marcha es el que morirá pocos días después o traspasará la cruz a un nuevo desafortunado.
Pero, tranquilos, en caso de cruzarse con estas ánimas (la noche de San Juan y la de Todos los Santos son las más proclives) se debe realizar un círculo en el suelo, introducirse en el, tumbarse boca abajo y rezar. Eso o salir corriendo hacia uno de los miles de cruceiros que se encuentran durante la travesía del viaje.
EL ASNO DEL APÓSTOL
Cuenta la leyenda que un peregrino francés llegó a Pamplona con su familia. Allí hicieron un alto en el Camino para descansar y recobrar fuerzas y se alojaron en un hostal. La mujer del peregrino enfermó y tuvieron que quedarse en el lugar más tiempo de lo calculado, hasta que finalmente murió. El hostelero entonces, viendo que su huésped ya podía partir, le reclamó una buena cantidad de dinero alegando que la estancia había sido larga. El peregrino, como no tenía suficiente para pagar le deja en prenda su asno, y prosiguió el Camino a pie con sus dos hijos de corta edad, no sin antes pararse a rezar a Santiago y pedirle ayuda.
A la salida de Pamplona se topó con un anciano venerable que le prestó un pollino para que le ayudara en su andadura. Cuando por fin llegaron a Santiago, el peregrino tuvo una visión del Apóstol a quien reconoció como el anciano venerable de Pamplona. De regreso, paró de nuevo en esta ciudad y se enteró de que el mesonero había muerto en un accidente. La gente del hostal comenta que había sido un castigo divino por su falta de caridad para con los peregrinos.
EUNATE-OLCOZ
Esta historia la contaba un maestro cantero. Le habían encargado la talla del pórtico de Santa María de Eunate y decidió recluirse para sentir la inspiración divina y, así, poder realizar una obra maestra. Pero al volver, halló que un gigante cantero dotado de poderes sobrenaturales ya había concluido el trabajo encomendado. Indignado, se dirigió al Abad, quien haciendo caso omiso a sus explicaciones, le dio a entender que su ausencia había sido considerada como una falta de respeto hacia los monjes y hacia él mismo. Como castigo, le mandó esculpir una obra pareja, que debería finalizar en el mismo plazo empleado por el gigante cantero: ni más ni menos que tres días.
Desesperado ante la magnitud de la encomienda, se adentró en el bosque decidido a invocar al diablo. Sin embargo, fue la bruja Laminak quien, compadeciéndose de él, le confió el secreto mágico que resolvería su problema. Siguiendo sus consejos, se hizo con la piedra de Luna que una gran serpiente guardaba en su boca, ya que le informó que la depositaría en la orilla del río la noche de San Juan.
Con la luz de la luna reflejada en la piedra, el cáliz y el agua del Nequeas, vió sorprendido como se obraba el milagro. No obstante, algo falló y la portada surgió invertida, como reflejada en un espejo. El pueblo quedó maravillado y el gigante cantero, invadido por la ira, pegó tal patada a la obra, que ésta fue a parar a una población cercana. Es por eso que hoy se puede admirar esta obra en la iglesia de Olcoz, que es la misma portada pero opuesta de la iglesia de Santa María de Eunate.
EL MILAGRO DE O’CEBREIRO
En O Cebreiro es donde tuvo lugar el Misterio del Santo Grial Gallego. Cuenta la historia que, a principios del siglo XIV, un campesino del pueblo cercano de Barxamaior, subía todos los días a O Cebreiro a escuchar misa. Un día que hubo una gran nevada, celebraba la misa un monje. En la iglesia vacía de pronto entró un hombre y el cura, al verlo, murmuró: ‘Pobre hombre, venir con este tiempo de lejos, exponiéndose a morir por el camino, sólo por arrodillarse ante un poco de pan y vino.’
En ese momento, el cura al ver cómo la hostia se transformaba en carne y el vino en sangre se desmayó y el campesino corrió a atenderlo. Pero el sacerdote ya estaba muerto.
El milagro fue conocido por los Reyes Católicos, que en 1486 peregrinaron a O Cebreiro y donaron el relicario que, junto con el cáliz, se expone en una caja fuerte, para que los fieles que acuden a la Iglesia de Santa María puedan contemplar este “Santo Grial” gallego.
Ese mismo cáliz es el que preside el escudo de Galicia.
EL MISTERIO DE OBANOS
Cuenta la leyenda que Felicia de Aquitania, peregrina jacobea, al regresar de Compostela renuncia a su vida de nobleza y decide quedarse en Amocaín para dedicar su vida a los pobres. Su hermano, el duque Guillermo, al enterarse de tal decisión viene a buscarla. Furioso ante la negativa de su hermana de volver a su patria, la apuñala y Felicia muere. El duque, lleno de remordimientos, confiesa en Roma su pecado. La penitencia que le imponen es peregrinar a Santiago. A su regreso de esta peregrinación, renuncia también a su vida anterior y se queda en Obanos como penitente junto a la ermita de la Virgen, en el monte Arnótegui. Más tarde será San Guillermo y la ermita se dedicará a su nombre.
Esta historia se escenifica en la plaza del pueblo de Obanos (Navarra) todos los años en la segunda quincena de agosto. La imagen de la Virgen (del siglo XIII) de aquella ermita se conserva en la parroquia.
EL MILAGRO DEL GALLO Y LA GALLINA
Esta historia sucedió en Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja. En el siglo XIV peregrina a Compostela Hugonell, un joven alemán de 18 años que va acompañado por sus padres. En el mesón donde se hospedan trabaja una muchacha joven que se enamora de él y le requiere de amores, a lo que el muchacho se niega. Despechada y con ansias de venganza, guarda en el zurrón del joven una copa de plata y luego le acusa de robo.
El joven Hugonell y sus padres se disponen a partir para seguir el peregrinaje cuando llega la justicia y comprueban la acusación registrando el zurrón del muchacho. Le declaran culpable y es condenado a la horca. Los padres no pueden hacer nada por él más que rezar a Santiago. Al acercarse al cuerpo ahorcado de su hijo para despedirse oyen cómo éste les habla desde la horca y les dice que está vivo por la gracia del Santo.
Felices y contentos van a comunicar la noticia al corregidor que, justo en ese momento, está cenando opíparamente unas aves. El corregidor naturalmente se burla de lo que oye y lanza la frase conocida: “Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me disponía a comer antes de que me importunarais”. Y en ese momento, las aves saltan del plato y se ponen a cantar y cacarear alegremente.
De esta leyenda nació el dicho popular: “En Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada”.
LOS PASTORES DE ESTELLA
En la falda del monte Puy se reunían a menudo los pastores con sus ovejas. Un día vieron que sobre la cima caían muchas estrellas. Se dirigieron al lugar y encontraron una cueva y dentro de ella una imagen de la Virgen. Muy contentos avisaron a la parroquia del suceso. Cuando el sacerdote y toda la comitiva quisieron sacarla de allí, vieron que no podían moverla ni un centímetro; alguna fuerza misteriosa lo impedía. La Virgen quería quedarse allí, así es que levantaron un santuario en el lugar de la aparición. Esto sucedía el año 1085, con el rey Sancho Ramírez, que decidió fundar allí mismo una ciudad: Estella.
EL PEREGRINO FANTASMA
La leyenda del peregrino fantasma nos lleva a Santiago, concretamente a la Plaza de Quintana. ¿Qué la hace tan especial? La aparición de una silueta, sombra en este caso, que conforme llega el atardecer en adelante cobra la forma de un peregrino.
La Praza da Quintana de Mortos fue durante siglos un cementerio, hasta que finalmente debido a la falta de espacio, a finals del siglo XVIII, decidió clausurarse. A partir de entonces los visitantes que se acercan al lugar podrán observar al “espectro” en la base de la Torre del Reloj, entre la Puerta Real y la entrada de la Puerta Santa, perfectamente ataviado con la capa, el sombrero y el bastón, todo ello fruto del efecto óptico que produce la iluminación y el pararrayos de la catedral.
Hay 2 historias diferentes para explicar la aparición de esta ánima.
La primera leyenda ligada al famoso fantasma del peregrino está relacionada con un sacerdote y una monja de clausura. El clérigo sentía un gran amor por una monja perteneciente al Convento de San Pelayo, situado en San Paio de Antealtares. Con el fin de poder verse a solas con ella, recorría todas las noches un estrecho pasadizo secreto situado bajo la Plaza de Quintana, el cual unía como ya podréis imaginar la Catedral con el convento. Fruto del amor que se profesaban, y debido al cansancio del sacerdote con la situación, éste le propuso a la monja quedar a medianoche del día siguiente en para fugarse juntos, y con ello empezar una nueva vida. Llegó la noche y el sacerdote acudió a la cita en el lugar indicado ataviado con una túnica propia de los peregrinos para no levantar sospechas. Por desgracia, la monja, su amada, nunca llegó a aparecer. Desde entonces se dice que el clérigo acude noche tras noche a la plaza para esperar a su dama.
Y la segunda leyenda nos transporta al siglo XV. Por aquel entonces, una de las formas que tenían los criminales de conseguir el indulto total era realizar el Camino de Santiago, demostrando así su más profundo arrepentimiento y respeto hacia el apóstol. Hijo de un afamado y rico noble de París, y con altas expectativas de hacerse con la fortuna de progenitor lo antes posible, Leonard du Revenant decidió asesinar a su padre. No tardó en ser juzgado por el Duque de Borgoña, que le otorgó el castigo y penitencia de completar el Camino de Santiago. Leonard, decidido a realizar la peregrinación con el fin de tras concluir el viaje hacerse con la fortuna de su padre, cayó enamorado al poco tiempo de cruzar los Pirineos de una posadera. Para su desgracia, la muchacha ya estaba comprometida. La arrogancia y total frialdad del noble desembocó en dos asesinatos. Durante una noche y escondido en un bosque, Leonard asesinó a la pareja de la joven y a ella misma, tras raptarla y violarla. La noticia corrió como la pólvora entre las autoridades de la época. Leonard, asustado por la posibilidad de esta vez sí ser sentenciado a muerte, decidió hacerse pasar por monje Franciscano con el fin de no llamar la atención. Y ataviado como tal llegó por fin a Santiago. Ahora sólo faltaba buscar cobijo, aunque para su desdicha, todas las posadas estaban llenas. Con el fin de completar la peregrinación lo antes posible, Leonard decidió dormir en plena calle, pegado al muro de la Catedral. De esa manera, al amanecer los sacerdotes podrían conceder el perdón por sus pecados. Según cuenta la leyenda, esa misma noche le apareció en sueños su padre, quien para más señas se dirigió a su propio hijo: “¡¡Leonard, hijo mío!! Con tu peregrinación a Santiago quedas redimido de la pena por mi muerte, puesto que yo te he perdonado. Pero cumplirás condena por los dos jóvenes a los que has asesinado durante tu peregrinación. Hasta que sus almas no viajen a Compostela y te muestren su perdón, no podrás abrazar al Santo Apóstol”. Tras dirigirse a su hijo, éste, asustado, desenvainó su espada para atacar a su progenitor. Pero, mucho más rápido que Leonard, su padre clavó el filo en el pecho de su hijo. A partir de aquí, el resto es historia. Leonard acude noche tras noche al mismo enclave, la Plaza de Quintana, con el fin de esperar la llegada de los dos jóvenes, y con ello, poder obtener el perdón definitivo.
SAN ATAULFO
Los hechos de esta leyenda se inmortalizaron para siempre en uno de los capiteles del refectorio de la Catedral de Pamplona.
El siglo IX fue una época impura llena de escándalos monásticos, esposas abandonadas y clérigos con concubinas. Corría el rumor de que el obispo de Compostela, Ataulfo II, quería terminar con tales abusos y restablecer la disciplina eclesiástica. Pero, claro, esa decisión no gustó a los que disfrutaban de tales placeres.
Así pues, varios clérigos rebeldes, disgustados ante la intromisión del obispo compostelano, se pensonaron ante el rey de Asturias, Alfonso III el Magno acusando a Ataulfo de conspirar contra su reinado y de andar en acuerdo con los moros para entregarles las tierras gallegas.
Inmediatamente el obispo fue llevado preso, y, como todo traidor, su castigo sería abandonarle a su suerte ante un toro salvaje. El día de autos, con la plaza repleta de gente, todos los clérigos gritaban entusiasmados y ansiosos por ver cómo la bestia acababa con él. Cuando la fiera salió al ruedo, embistió con carrera acelerada a Ataulfo, pero justo antes de rozar sus ropajes, y ante la atónita mirada de todos los presentes, el toro se paró en seco y bajó la cabeza sumisamente permitiendo que el obispo sujetara sus cuernos.
Aquel hecho singular probaba el craso error que se había cometido con el obispo y quedó así probada su inocencia.