El Camino de Santiago puede enorgullecerse de tener una señalización modélica, que sirve de ejemplo a otras muchas rutas de peregrinación. Una de las preocupaciones del peregrino potencial es cómo va a guiarse cuando empiece a caminar, si llegará a Santiago o acabará perdiendo el rumbo. Con la ayuda de las señales y, sobre todo, la de los peregrinos fieles a la ruta que la conocen como la palma de su mano, no hay lugar a la pérdida. Una buena señalización es un elemento clave a la hora de atraer a peregrinos potenciales, pues inspira confianza y tranquilidad en el momento de planificar esta aventura.

Aunque el Camino pertenece a las rutas catalogadas como GR, su señalización no está regida por las normas de esta red de senderos europeos. Su significado y magnitud la convierte en una ruta especial, incluso en su señalización. Esto tiene su encanto, pero también sus inconvenientes, ya que cada comunidad autónoma es la encargada de mantener la parte del Camino que transcurre por sus límites, lo que puede provocar pequeñas diferencias en la forma de señalizar. Desde el Consejo Jacobeo se está trabajando para unificar su señalética. De momento, la orden de modificación del manual de señalización turística que se publicó en noviembre de 2015 en el DOG, solo afectará a la imagen y señalización de las cuatro provincias gallegas, aunque es posible que pronto se unan las demás provincias por donde discurre el Camino.

Desde el año 2007 y, debido a un mandato de la UNESCO para mantener el título de Patrimonio de la Humanidad, se hizo imprescindible delimitar el itinerario con exactitud y definir el auténtico trazado jacobeo. Todos los nuevos marcadores de la ruta deben tener desde entonces el mismo diseño, incluyendo la vieira, la flecha y el número de kilómetros para llegar a Santiago de Compostela.
Para familiarizarse con cada una de las señales, aquí os explicamos cuáles y cómo son.

Flechas amarillas

Es la señal más internacional de todas y se pueden ver en árboles, fachadas, calzadas, piedras, postes,…De hecho es tan popular que hay multitud de artículos de merchandising con ella.
Su origen está ligado a Elías Valiña Sampedro, el párroco de O Cebreiro, que en los años 80, recorrió el norte de España pintando la ruta desde Roncesvalles a Santiago de Compostela con las que hoy son las famosas flechas amarillas, con el objetivo de mejorar y promover el Camino que, por aquel entonces estaba prácticamente olvidado e intransitable. La elección del amarillo se debió a que la pintura que utilizó fue el sobrante de unos camioneros que estaban pintando las líneas de la carretera, que por aquel entonces eran de ese color. Tal era su empeño que, en sus últimas voluntades, pidió a su familia que se encargasen de que no se perdiese el uso de la flecha amarilla en el Camino, cosa que cumplen sus descendientes junto con la ayuda de las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.

Vieiras

También es posible divisar vieiras acopladas a fachadas de viviendas, en el suelo o en puntos estratégicos de fácil visualización mientras se hace la peregrinación. La concha de este preciado molusco, que se pesca en las costas de Galicia, ha estado vinculada al Camino desde hace siglos, ya que forma parte de la indumentaria jacobea. Incluso se menciona en el Códice Calixtino.
Antiguamente los peregrinos la exhibían cuando volvían a sus lugares de origen como prueba única de que habían llegado con éxito hasta el punto final de su trayecto, ya que su venta estaba prohibida en otros lugares que no fuesen Santiago. Con el paso de los años también se usó como utensilio para beber agua con facilidad de las fuentes y riachuelos que se encontraban a lo largo de la ruta.

Es y ha sido tan importante que el barrio de Santiago donde se estableció el gremio que vendía las conchas, ya fueran naturales o manufacturadas, pasó a llamarse de Os Concheiros.

Azulejos con la vieira

Los azulejos con la vieira suelen estar colocados en las fachadas o las puertas de las casas de los municipios que atraviesa el Camino. También se pueden encontrar incrustados en los mojones kilométricos.

Es una de las señales que se utiliza de forma diferente según la provincia, ya que fuera de la comunidad gallega la parte estrecha de la vieira indica el Camino, mientras que en Galicia es la parte ancha la que lo señala.

Mojón kilométrico

Los mojones kilométricos son construcciones de piedra y hormigón en los que habitualmente se puede ver la icónica flecha, la mencionada vieira y la distancia que falta para llegar a Santiago de Compostela.

Dependiendo de la comunidad en la que se encuentren tienen diferentes formas y diseños. En Galicia hay un hito cada 500 metros. La Xunta de Galicia puso en marcha esta acción revitalizadora de la peregrinación jacobea en 1993. Además en enclaves de importancia histórica, religiosa o monumental también podemos encontrarlos, así los peregrinos pueden aprovechar la experiencia al máximo.

Algunos están algo desgastados por el paso del tiempo y de los peregrinos, ya que algunos de ellos dejan en ellos sus firmas o mensajes. Es por ello que en los últimos años se han cambiado los tradicionales por unos nuevos, siendo esto objeto de controversia. En éstos, una vieira amarilla sobre azulejo de color azul marino indica junto con la flecha la dirección a seguir. Si la flecha se ha borrado, hay que prestar atención a la vieira.

Cartel con peregrino

Estos carteles grandes de metal son colocados por el Ministerio de Fomento. Se suelen encontrar en los accesos o salidas de núcleos urbanos grandes y que implican cruzar tramos de carretera.

Cartel de tramo común

Estos están situados en el comienzo de los tramos donde el Camino comparte trazado con una carretera por la cual pueden circular vehículos a motor. Está bien señalizado, tanto para los peregrinos como para los vehículos.

Cartel de itinerario cultural

Estos carteles son bastante grandes y tienen una finalidad más propagandística que de guía. Suelen estar situados en zonas muy visibles, para llamar la atención.

Montículos de piedras

Los montículos de piedra que podemos encontrar a lo largo del Camino también reciben el nombre de mercuriales, ya que en la antigua Grecia este tipo de montículos se hacían en honor al dios Mercurio, para que protegiera a los caminantes durante su andadura. También los romanos formaban montículos de piedra para señalizar caminos.

Hoy en día es una tradición, cada vez más arraigada. Es como un ritual de paso para el que los peregrinos utilizan piedras o palitos para mostrar que pasaron por allí. A veces, es posible encontrar también palitos en las vallas o verjas en forma de cruz cristiana.

Otras señales

Algunas comunidades o provincias han decidido incorporar señalizaciones propias.
Por ejemplo, León incluyó unas señales con un león caracterizado como peregrino. Tuvieron tan poco éxito que dejaron de utilizarse.
Y Navarra, por su parte, cuenta con unas señales blancas y rojas, conocidas como GR 65.

Además, en algunos puntos de la ruta jacobea, se pueden contemplar los llamados miliarios, que son unas construcciones cilíndricas situadas en las calzadas romanas para indicar las distancias cada mil pasos romanos (1 milla).

Y por último, la mejor opción de todas: el sol. Este nunca falla, siempre que sea de día y el tiempo esté despejado. En el caso del Camino francés, este transcurre por una línea casi recta de este a oeste, por lo que el sol reflejará al peregrino en su lado izquierdo, en el cuello por la mañana temprano, en el brazo izquierdo a media mañana y en la cara al final del día.