Hay muchas alternativas históricas para llegar a Santiago que nos permitirán admirar rincones de la orografía española. El Camino primitivo es ese idóneo punto de partida para descubrir la senda del primer Camino conocido, la que tomó Alfonso II el Casto.

A este precioso Camino, el hecho de que se le conozca como: Camino Primitivo, obviamente, no es por casualidad.

Al poco de descubrirse la tumba del Apóstol, a través de la bonita historia o leyenda que ha quedado para la posteridad, el primero que tuvo conocimiento del referido hallazgo fue el entonces Rey Asturiano Alfonso II el Casto, siendo también el primer monarca en peregrinar, tomando el camino que discurre por el interior de Asturias hacia Lugo y más tarde hacia la capital Compostelana.

Esta primitiva, dura y escabrosa, pero impresionante y bella ruta, se conserva con todo su encanto, salvando las puntuales modificaciones que las infraestructuras modernas obligan a efectuar, como de hecho ocurre en todas las rutas o caminos.

El final de la misma, ya muy cerca de Santiago de Compostela se funde con la gran ruta de peregrinación como es El Camino Francés.

Podemos asegurar que el paso de peregrinos por un sinfín de encantadores rincones, aldeas, localidades como Grado, Salas, Tineo, Grandas de Salime, entre otras muchas, y de un modo especial la milenaria Lugo, convierten esta peregrinación en una de las más interesantes, entrañables y emblemáticas.

El Principado de Asturias ha invertido muchos recursos en los últimos años para acondicionar la ruta primitiva. La señalización es literalmente perfecta y en ningún momento asaltan las dudas sobre qué camino tomar. Las zonas más boscosas y difíciles del recorrido son perfectamente transitables por unos caminos que se han limpiado y que el paso del ganado se encarga día a día de marcar. Además, evita casi siempre el monótono asfalto y le confiere un carácter especial. Prueba de este esfuerzo es el número de personas que optan por realizarlo y que año tras año van en aumento. El único inconveniente para el peregrino es el barro, que en los meses invernales y a comienzo de la primavera inunda partes del recorrido debido a la gran cantidad de precipitaciones que sufre Asturias. Es el precio a pagar por sus valles siempre verdes.