El Camino de Invierno es la ruta por la que optaban muchos peregrinos, al entrar en Galicia, sobre todo en la época invernal, para evitar encontrarse con el dificultoso paso de las cumbres nevadas de O Cebreiro.
Cuando el caminante deja Ponferrada, antesala de las tierras gallegas, se le presentan dos opciones para continuar hasta la tumba del Apóstol: una, seguir de frente, por el Camino Francés y otra desviarse por el Camino de Invierno. Éste último, sigue, prácticamente, el cauce natural que marca el río Sil, por unas cotas más bajas del terreno, convirtiéndolo en un camino natural de comunicación entre Galicia y la meseta castellano-leonesa. Una ruta que fue seguida por los diferentes pueblos a lo largo de la historia, desde los romanos a las tropas napoleónicas francesas, para hacer sus incursiones en tierras gallegas.
A lo largo de 210 km, recorre las cuatro provincias gallegas, tras dejar la comarca leonesa del Bierzo y entra en Galicia por la comarca orensana de Valdeorras, sigue por el Sur de la provincia de Lugo y ya en las estribaciones del monte Faro, entra en la comarca pontevedresa del Deza, uniéndose en Lalín al camino Sanabrés o Mozárabe, hasta Santiago de Compostela.
Dos singularidades identifican esta ruta, cruza el parque arqueológico de Las Médulas, declaradas Patrimonio de la Humanidad y atraviesa gran parte de la Ribeira Sacra, por el Sur lucense, recorriendo un gran número de iglesias románicas gallegas, enclavadas, en su mayor parte, en los impresionantes cañones del río Sil y laderas del río Miño.