De furanchos por el Camino de Santiago

Los furanchos son pequeños locales familiares que recuerdan a las tabernas de antaño, donde se puede degustar la gastronomía de siempre, los vinos de la finca y los productos fabricados en la casa. Son pequeños rincones galaicos donde se dan cita los mejores ingredientes de la tierra: buen vino, buena comida, naturaleza y gente amable. En definitiva, se podría decir que es como irse de tapas, pero con un sabor más casero.

Se encuentran repartidos por toda Galicia, bien sea en bodegas particulares o en los bajos o patios de las casas. A lo largo del Camino de Santiago nos encontraremos con cientos de ellos. Surgieron como una forma de vender el excedente de vino. Antiguamente los vecinos traían cestas de comida, empanadas, tortillas, latas en conserva y se reunían para beber una taza de vino en compañía. Pero, hoy en día, están abiertas al público, al que le dan un trato más familiar que en los establecimientos más comerciales.

Entre los manjares caseros, que están a la altura de la calidad del vino, destacan las tortillas (con huevos caseros), la empanada de choco, zorza, oreja, chorizo, queso de tetilla con membrillo,… en fin todas las viandas típicas de la tierra que se puedan comer con la mano o con un palillo (si necesitas tenedor y cuchillo, ya no es un furancho). Y el vino casero se sirve en tazas y se saca con la jarra directamente del barril; en ningún caso es vino embotellado.

En cuanto a su etimología, la palabra furancho proviene de ‘furo’ (orificio), refiriéndose al agujero que se hacía para abrir el barril de vino tras los 6 meses de reposo.

También se les conoce con el apelativo de loureiros, ya que estas casas se identificaban por una ramita de laurel (‘loureiro’ en gallego) que se ponía sobre la puerta para informar que en ese local se vendía vino. Normalmente los furanchos tienen el nombre del apelativo de la familia.

Los furanchos han tenido que adaptarse a la normativa de la Xunta y declarar su producción anual de vino y pagar unas tasas, todo ello para evitar que gente que no tenga viña abra un furancho. A pesar de ello, siguen manteniendo su característica tradicional y familiar.

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